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El Laberinto, 1971-1987
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LOS YONQUEROS de Hector Perez Faltaba ya poco para que diera el medio dia en el pueblo fronterizo. Esto se sabia por la posicion del sol y el calor inaguantable que este producia. Cecilio y Benigno tenian ya mas de seis anos de estrar trabajando con esta compania que especializaba en la compra y venta de yonque que consistia de chatarra, alambre y baterias de carro asi como cualquier cosa que le pareciera al dueno que se podria vender. A traves de los anos el negocio del Senor Wilson fue creciendo. El trabajo de Cecilio y Benigno consistia en cargar y descargar yonque que iba y venia. Tambien era responsibilidad de ellos separar todo lo que recibian. El trabajo era sucio, pesado, y frecuentemente peligroso. ERa muy dificil olvidar la escena en la cual Juan el "Pelon" perdio la mano derecha. La perdio de la canilla para abajo cuando acomodaba un bulto de chatarra. Tenian ya mas de seis anos de estar trabajando todos los dias menos los domingos. El Senor Wilson Habia decidido que sus montacargas y otras maquinarias necesitaban descansar siquera ese dia. La mayoria de los trabajadores lo creian muy considerado. Habia veces en que les prestaba unos diez dolares para la borrachera. Despues se los descontaba del pago semanal. A veces hasta recibia baterias u otras cosas de valor en pago. Despues de comerse los tacos de picadillo con huevo en tortilla de harnia acompanados de unas "cocas," Cecilio y Benigo regresaron a la labor de cargar un camion. El calor era mas inaguantable que de costumbre. Despues de sudar bastante, Cecilio y Benigno descansaban, seguros de que nadie los veia. [?]e en ese momento que decidieron ir a [?]charse unas "heladas" despues del trabajo; siendo mitad de semana no les importaba. Con el calor y cansancio que pasaban, se sentian muy mercedores de poder saborear las cervezas heladas en un lugar fresco y oscuro mientras escuchaban unas piezas jacarandosas de la sinfonola. Seria lo perfecto antes de llegar a las escenas deprimientes de sus respectivos hogares. Los dos, Cecilio y Benigno, querian mucho a sus familias. Quizas, por ese mismo amor que sentian hacia sus familias se sentian frustrados y a veces hasta desesperados. La probreza que las dos familias sufrian se reflejaba en cada casa. Benigno tenia seite de familia y cada noche cuando llegaba a su casa se contraba con lo mismo: unos de sus hijos rinaban mientras que otros jugaban, pero todos producian un rucido incredible. Habia ropa y juguetes regados por todas partes; al entrar a la cocina a veces se topaba con desperdicios de comida en el suelo y en la mesa. Su esposa estaba del mal humor la mayoria de las veces. Ella se desesperaba por no poder mantener su casa como ella queria. A Benigno le gustaba llegar a su casa y sentarse en su sillon favorito y descansar un poco. Pero ultimamente cada vez que se sentaba en ese sillon alcazaba a distinguir mas y mas defectos de su humilde casa. Por ejemplo, las patas del sofa ya estaban chuecas; la pintura de las paredes se estaba descarapelando; el antiguo televisor ya no se veia bien; hasta su sillon preferido ya estaba muy desgastado en varias partes. La situacion de Cecilio no era muy diferente a la de Benigo. Aunque Cecilio era el menor y tenia solo dos de familia, sus muebles estaban usaods desde recien casados; habia prometido comprarar muebles nuevos lo mas pronto possible pero todavia no se habia podido. Tanto pensaban en lo que iban a hacer despues del trabajo, que la tarde se paso menos lenta que de costumbre. Ni Cecilio ni Benigno tenian carror. Iban y venian a pie al trabajo y a las catinas. De suerte, habia varias cantinas predilectas en camino del trabajo a cas. A sonar el pito que senalaba las seite, Benigno avento con desprecio un rollo de alambre de cobre. Cecilio secundo sus sentimientos al gritar: [arrow going across] 8
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LOS YONQUEROS de Hector Perez Faltaba ya poco para que diera el medio dia en el pueblo fronterizo. Esto se sabia por la posicion del sol y el calor inaguantable que este producia. Cecilio y Benigno tenian ya mas de seis anos de estrar trabajando con esta compania que especializaba en la compra y venta de yonque que consistia de chatarra, alambre y baterias de carro asi como cualquier cosa que le pareciera al dueno que se podria vender. A traves de los anos el negocio del Senor Wilson fue creciendo. El trabajo de Cecilio y Benigno consistia en cargar y descargar yonque que iba y venia. Tambien era responsibilidad de ellos separar todo lo que recibian. El trabajo era sucio, pesado, y frecuentemente peligroso. ERa muy dificil olvidar la escena en la cual Juan el "Pelon" perdio la mano derecha. La perdio de la canilla para abajo cuando acomodaba un bulto de chatarra. Tenian ya mas de seis anos de estar trabajando todos los dias menos los domingos. El Senor Wilson Habia decidido que sus montacargas y otras maquinarias necesitaban descansar siquera ese dia. La mayoria de los trabajadores lo creian muy considerado. Habia veces en que les prestaba unos diez dolares para la borrachera. Despues se los descontaba del pago semanal. A veces hasta recibia baterias u otras cosas de valor en pago. Despues de comerse los tacos de picadillo con huevo en tortilla de harnia acompanados de unas "cocas," Cecilio y Benigo regresaron a la labor de cargar un camion. El calor era mas inaguantable que de costumbre. Despues de sudar bastante, Cecilio y Benigno descansaban, seguros de que nadie los veia. [?]e en ese momento que decidieron ir a [?]charse unas "heladas" despues del trabajo; siendo mitad de semana no les importaba. Con el calor y cansancio que pasaban, se sentian muy mercedores de poder saborear las cervezas heladas en un lugar fresco y oscuro mientras escuchaban unas piezas jacarandosas de la sinfonola. Seria lo perfecto antes de llegar a las escenas deprimientes de sus respectivos hogares. Los dos, Cecilio y Benigno, querian mucho a sus familias. Quizas, por ese mismo amor que sentian hacia sus familias se sentian frustrados y a veces hasta desesperados. La probreza que las dos familias sufrian se reflejaba en cada casa. Benigno tenia seite de familia y cada noche cuando llegaba a su casa se contraba con lo mismo: unos de sus hijos rinaban mientras que otros jugaban, pero todos producian un rucido incredible. Habia ropa y juguetes regados por todas partes; al entrar a la cocina a veces se topaba con desperdicios de comida en el suelo y en la mesa. Su esposa estaba del mal humor la mayoria de las veces. Ella se desesperaba por no poder mantener su casa como ella queria. A Benigno le gustaba llegar a su casa y sentarse en su sillon favorito y descansar un poco. Pero ultimamente cada vez que se sentaba en ese sillon alcazaba a distinguir mas y mas defectos de su humilde casa. Por ejemplo, las patas del sofa ya estaban chuecas; la pintura de las paredes se estaba descarapelando; el antiguo televisor ya no se veia bien; hasta su sillon preferido ya estaba muy desgastado en varias partes. La situacion de Cecilio no era muy diferente a la de Benigo. Aunque Cecilio era el menor y tenia solo dos de familia, sus muebles estaban usaods desde recien casados; habia prometido comprarar muebles nuevos lo mas pronto possible pero todavia no se habia podido. Tanto pensaban en lo que iban a hacer despues del trabajo, que la tarde se paso menos lenta que de costumbre. Ni Cecilio ni Benigno tenian carror. Iban y venian a pie al trabajo y a las catinas. De suerte, habia varias cantinas predilectas en camino del trabajo a cas. A sonar el pito que senalaba las seite, Benigno avento con desprecio un rollo de alambre de cobre. Cecilio secundo sus sentimientos al gritar: [arrow going across] 8
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